Antonio Arango, nacido en Pravia y cofundador del Colegio San Luis de Pravia (Asturias) en la segunda mitad del siglo XIX
domingo, 14 de diciembre de 2008
Antonio Arango
Alonso Francos Arango
Alonso Francos Arango fue rector de la Universidad de Oviedo en 1751-1752, 1756 y 1763-1764
Juan Fernández Arango
Juan Fernández Arango fue rector de la Universidad de Oviedo en 1700 y en 1706
Gonzalo Muñiz-Arango y León
Gonzalo Muñiz-Arango y León fue rector de la Universidad de Oviedo entre 1678 y 1679 y volvió a serlo en 1701
Joaquín Arango Vila-Belda
Joaquín Arango Vila-Belda, nace en Bilbao en la década de los cuarenta. Es Doctor en Ciencias Políticas y Sociología con Premio Extraordinario por la Universidad Complutense y Ph. D. en Historia por la Universidad de California (Berkeley). Profesionalmente es Catedrático de Universidad en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología y está especializado en demografía y migraciones. Actualmente es Director del Centro de Estudios sobre Ciudadanía y Migraciones del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset. Fue Subsecretario del Ministerio de Educación y Ciencia entre 1986 y 1988, vicerrector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo entre 1989 y 1991 y Presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas entre 1991 y 1996.
Carlos A. Arango
Carlos A. Arango, nace a
principios de los años setenta en la región de Antioquia (Colombia). En 1993 obtiene la licenciatura en Economía por la Universidad de los Andes en Bogotá y en el año 2000 el doctorado en la Universidad de Illinois (Estados Unidos). Esta especializado en econometría aplicada, organización industrial y economía laboral
Carlos Arango
Carlos Arango, natural de la región de Antioquía (Colombia). Nace en la década de los años sesenta y a la edad de diecinueve años abandona Colombia para instalarse en un kibutz en Israel, en donde conoce a su esposa Christine, de nacionalidad suiza, pero criada en Italia. De su matrimonio con Christine tiene tres hijos: Lucas, Ramón y Manuel. Posteriormente el matrimonio residió varios años en Guayaquil (Ecuador), trasladándose después a una localidad cercana a Zürich (Suiza), en la que Carlos trabaja como técnico en empresas de filtros de agua para uso domestico
Claudio Arango Jaramillo
Claudio Arango Jaramillo, fundó en 1934 la Compañía de Cementos Argos en Antioquía (Colombia)
Andrés Pastrana Arango
Andrés Pastrana Arango (1954), político colombiano nacido en Santafé de Bogotá el 17 de agosto de 1954. Fue el 55º presidente de Colombia entre 1998 y 2002. Es hijo del ex presidente Misael Pastrana Borrero, quien dirigiera también al país desde 1970 hasta 1974 y de la señora María Cristina Arango. Está casado con Nohora Puyana y tiene tres hijos: Santiago, Laura y Valentina. Es Doctor en Leyes por la Universidad de Rosario de Bogotá y cursó estudios de especialización en el Centro para Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard. Fue el primer Alcalde Popular de Bogotá y Senador de la República en 1991
Julio Arango Echevery
Julio Arango Echeverry, ingeniero fundador en 1985 de la compañía multinacional panameña Arango Software Internacional, dedicada al desarrollo de programas informáticos para las soluciones financieras integradas.
Julián Arango
Julián Arango (1969), actor colombiano. Nace el 6 de octubre de 1969 en Santafé de Bogotá. Antes de ser un reconocido actor, trabajó como creativo en una agencia de publicidad. La serie Tiempos Difíciles le sirvió de trampolín para el reconocimiento como actor que tiene actualmente. En esta serie interpretó a un joven de la capital que llegaba a un remoto y conflictivo pueblo para realizar sus prácticas universitarias.
Fue su papel como "el perro Brando" en la telenovela Perro Amor con el que se ganó el cariño y el odio de muchas mujeres colombianas. Julián Arango le dio vida al prototipo masculino, machista y sensual amante, que no se resiste a la tentación femenina, especialmente a la de su prima Camila Brando.
Públicamente ha dicho: "No me considero pinta, pero le gusto a la gente, especialmente a las mujeres, no les soy desagradable". Julián Arango fabricó su propia historia con Perro Amor, sus seguidoras confundían los papeles de Antonio Brando con el hombre de carne y hueso. Él dice que "el perro Brando tuvo éxito con las mujeres por su descomplicada y cínica manera de relacionarse con ellas, pero Julián Arango es muy tímido para eso".
En la niñez soñaba con Farrah Fawcett, era su gran amor platónico. Nunca va a un gimnasio y se mantiene en forma por los ejercicios que hace en su casa, aunque considera que el físico es un recurso que se agota fácil entre los actores. Por eso en cada actuación busca demostrar su capacidad y profesionalismo. No se considera un gran actor, a pesar de que su camino ha sido corto y exitoso. El no haber estudiado profesionalmente actuación es una de las razones.
Llegó por casualidad a esta profesión, al conocer a uno de los libretistas de Cenpro Televisión. Se presentó, hizo el casting y lo llamaron. Actualmente Julián Arango interpreta el papel de un sofisticado modista y diseñador en la telenovela "Betty la fea", que es protagonizada por su esposa Ana María Orozco. Bromista y amante del buen humor, prefiere mantener a los periodistas alejados de su vida personal.
Está casado con la actriz Ana María Orozco, quien interpretó a "La Vero" en Perro Amor, y con quien trabaja actualmente en "Betty la fea". Su boda se caracterizó por su excesiva privacidad. Su piropo preferido es "Váyase por la acera mamita, que el sol derrite los bombones". También ha confesado que le preocupa su inminente calvicie. Su picardía innata enloquece a las colombianas, aunque su reciente boda terminó por confirmar su naturaleza: Julián Arango no es el "perro Brando". Fanático del fútbol, es seguidor del equipo Millonarios y de la Selección de Colombia. Para este actor, una buena comida es un gran placer y privilegio, por eso lo disfruta al máximo. Los carros son otra de sus pasiones.
Gabriel Jaime Arango Toro
Gabriel Jaime Arango Toro (1949), escritor nacido en Medellín, departamento de Antioquía (Colombia), el 4 de enero de 1949. Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Antioquía. Entre otros, fue Premio Nacional de Poesía en 1969. Gestor cultural, cofundador de la Corporación de Teatro y Títeres la Fanfarria en Medellín. Vivió en las selvas del Darién colombo-panameño de 1975 a 1987, de donde debió salir motivado por las circunstancias violentas que acosaron y acosan la región.
Es autor del libro de poemas titulado El Mundo del más acá, cuya primera edición fue hecha por la Editorial la Brizna de Santa Fé de Bogotá el año 1998. Otras obras poéticas del autor son: Horas Verticales, Poemas Submarinos y Poesía Obvia. En teatro: Desenredando, Amantina o la historia de un desamor y El primer Juicio Final. En narrativa: La visita del tigre y otros relatos del Darién y El primer día después de la creación. En ensayo: El asesinato de un Héroe o los últimos días del General José María Córdova.
Gonzalo Arango Arias
Gonzalo Arango Arias (1931-1976), filósofo, escritor y periodista colombiano, fundador del nadaísmo. Nace en los Andes, Antioquia
(Colombia), el 18 de enero de 1931 y muere en Tocancipá, Cundinamarca
(Colombia), el 25 de septiembre de 1976. Cuentista, ensayista, dramaturgo, novelista, poeta y periodista colaborador del El Colombiano, El Espectador, El Tiempo, Cromos y Revista de la Universidad de Antioquía.
En 1958 fundó el nadaísmo, movimiento de vanguardia de repercusión nacional, que intentó romper con la Academia de la Lengua, la literatura y la moral tradicionales. En la música norteamericana y del Caribe de los años sesenta el movimiento buscó un léxico renovado, optó por el humor y el mundo urbano para situar la obra literaria y la critica a la sociedad.
Gonzalo Arango Arias publicó el Manifiesto nadaísta (1958), varios libros de poesía y cuentos entre los cuales destacan: Sexo y Saxofón (1963) y Prosas para leer en la silla eléctrica. Como dramaturgo escribió Prometeo desencadenado (laureado en el concurso de teatro de 1963), Susana Santa, Los Nadaístas, Los ratones van al infierno, Nada bajo el cielo raso (1960) y La consagración de la nada (1964).
Bajo la influencia de los escritos del filósofo Fernando González y de las tácticas publicitarias de los surrealistas, Gonzalo Arango Arias funda el nadaísmo, corriente literaria que bajo el lema "No dejar una fe intacta ni un ídolo en su sitio", irrumpió en la escena cultural colombiana de los años sesenta y de la cual hacían parte talentosos jóvenes, contestatarios e irreverentes, pero tocados por el ángel de la poesía. Hacían parte del movimiento Jaime Jaramillo Escobar, con el alias de X 504, Amílcar Osorio (Amílkar U), Eduardo Escobar, Elmo Valencia y Jotamario Arbeláez, conocido publicista, intelectual, columnista y poeta.
Gonzalo Arango Arias manifestó tanto en su obra poética como en otros escritos su inconformidad no solo con el conservadursimo social sino también contra el orden burgués-capitalista y contra las revoluciones de masas con ideales totalitarios, si bien no ha trascendido tanto en su opinión política sino más por su vida bohemia. Contestataria y rebelde en sus inicios, la obra de Gonzalo Arango Arias aborda en sus postrimerías un cierto cristianismo personal.
En sus últimos años, Gonzalo Arango Arias escribe sobre todo poemas de amor para su mujer Angelita Hickie. Sus compañeros de movimiento terminan por expulsarlo a causa de lo que ellos consideran una traición a los ideales nadaístas. Gonzalo Arango Arias muere en un accidente automovilístico en la población de Tocancipá el mismo día en que decide decirle adiós a su vida bohemia. Con la muerte de Gonzalo Arango Arias no acaba el nadaísmo. La máquina de escribir de Gonzalo Arango Arias, una Olivetti Studio 44, queda en manos del Poeta y escritor Jotamario Arbeláez, quien sigue predicando la palabra sagrada que una vez fue pronunciada por quien muchos de sus seguidores llaman "el más grande de los Profetas que han existido".
Mi Vida
Nací en un pueblo sin gloria
que se hará famoso por mi nacimiento,
hace 30 años y muchos meses.
No soy casado
porque tengo fé
en que el amor durará toda la vida
y porque amar es mi manera de ser libre.
Soy hostil al amor comprometido
y a la literatura comprometida,
pues en ambos casos
la belleza pierde su independencia.
No tengo títulos,
ni menciones de honor.
Estuve a punto de ser abogado,
pero cierta inclinación a torcerlo todo,
me desvió del derecho.
La línea de mi vida,
según los astros,
es una línea curva,
difícil
y que conduce a la gloria.
Salí del inmenso anonimato
fundando el nadaísmo,
para restituir a la nada
su condición rebelde,
y a mi vida una razón de vivir,
entre los signos apocalípticos
y nihilistas de mi tiempo.
Pienso que la sociedad
en sus periodos de crisis,
levanta mitos
para no dejar hundir el prestigio del espíritu.
Yo nací para llenar la ausencia de valores,
mientras se restablece el equilibrio
y retorna cierta sensibilidad
abatida por el materialismo y el griterío del tumulto.
No creo en casi nada...
pero creo en la vida.
Pertenezco a la familia de aquellos espíritus
que según Nietzsche
salen en busca de la verdad
y regresan enarbolando la túnica de una mujer.
Escribo por vanidad,
por ocio,
por libertinaje
y en una razón secreta de mi ser...
por masoquismo.
No he hecho casi nada para estar tan viejo.
A mi edad, Cristo estaba a punto de ser colgado de la cruz
y Rambó ya traficaba con armas en Abisinia,
después de revolucionar la poesía
y escupirla en mitad de su rostro.
Pero... he vivido...
como dicen modestamente los pesimistas.
Aunque en mi caso sería más preciso decir...
he amado.
Miro crecer la yerba y retirarse las mareas,
siento el susurro del universo dentro de mi alma
y las caricias del amor en mi carne...
Para quejarme,
tendría que estar muerto¡¡¡
Luis Alfredo Arango
Luis Alfredo Arango (1935-2001) nació en 1935 en el departamento de Totonicapán (Guatemala), localidad del altiplano situada a unos ochenta kilómetros de la capital. Fue miembro fundador del grupo literario Nuevo Signo. Se graduó de maestro. Poeta y narrador, en 1988 le fue acordado el Premio Nacional de Literatura "Miguel Ángel Asturias" por la totalidad de su obra. Falleció en la ciudad de Guatemala el 3 de noviembre del año 2001, siendo sepultado en su ciudad natal, Totonicapán.
Luis Alfredo Arango fue uno de los más importantes poetas de la segunda mitad del siglo XX. En palabras del crítico guatemalteco Dante Liano: "Luis Alfredo Arango es considerado uno de los poetas más importantes de la literatura guatemalteca contemporánea. Los Arango eran parte del núcleo ladino del pueblo y habían ocupado cargos de relativa importancia en la administración pública. Ello no implicaba riqueza en términos absolutos, pero, en relación con la población maya, sí una situación más o menos desahogada que permitió al joven Luis Alfredo Arango el acceso a los estudios primarios y secundarios.
Luis Alfredo Arango recorrió el itinerario obligado de los jóvenes intelectuales de provincias: emigró a la capital con el fin de obtener el título de Maestro de Educación Primaria Urbana, en el Instituto Nacional Central para Varones. Su primera experiencia didáctica la realizó en San José Nacahuil, centro indígena a veinte kilómetros de la capital. Ello cambió su vida. Nacahuil era como un muestrario de las condiciones miserables en que se mantiene a los indios guatemaltecos. Luego de un año de enseñanza, Luis Alfredo Arango vio desfilar la enfermedad, la muerte por hambre, la deserción escolar y, en fin, el innumerable catálogo de desgracias que asolan a la población rural. No lo había visto en Totonicapán, pues la muralla de afecto familiar se lo había escondido. En cambio, solo y quijotesco en un pueblo al que se llega a lomo de mulo, la realidad social lo golpea duramente. Es el origen sentimental de un cambio de ideas. Es, también, la base existencial para la elaboración de su obra literaria.
Ramiro Arango Alsina
Ramiro Arango y Alsina (1924) nació en La Habana (Cuba) en 1924 de padre asturiano, natural de Cofiño (Parres). Su padre -que en alguna ocasión se le atribuye también origen llanisco- era descendiente del político José Posada Herrera. Este abogado -que es incapaz de borrar la sonrisa de su rostro, a pesar de que su corazón se debilita- tiene una sorprendente biografía.
Fue mentor de Fidel Castro en Cuba y productor de cine en Italia. Fue periodista en la guerra de Vietnam y compañero sentimental (estable, no esporádico) de Ava Gardner. Fue abogado y empresario del mundo de la moda en Miami. Y fue, finalmente, traficante de droga (mentira, según él) y por ello en el período de 1993 a 2000 estuvo preso en la cárcel de Marianna en Florida (Estados Unidos).
Ramiro Arango y Alsina ha logrado que Estados Unidos acepte su traslado a España para el cumplimiento de la condena a treinta años por blanqueo de dinero. El 17 de marzo de 2000 viajó desde Nueva York hasta Madrid en un vuelo regular acompañado por varios agentes de la Interpol y un medico que vigilaba su precario estado de salud. Es la primera vez que la ONG Fundación Españoles en el Mundo logra que un medico viaje con un preso en un traslado de este tipo.
La biografía de Ramiro Arango y Alsina de nacionalidad española pero nacido en Cuba, es una especie de fábula histórica que termina detrás de unos barrotes por un delito que él niega haber cometido, pero que el juez dio por demostrado: un asunto de drogas relacionado con el blanqueo de dinero manchado de cocaína. A los veintiún años, Ramiro Arango y Alsina fue presidente de los estudiantes de la Universidad de La Habana. Por entonces, Fidel Castro llegó del colegio de los Jesuitas a estudiar Derecho. A él se deben los primeros contactos revolucionarios de un joven Fidel Castro, al que afilió al embrión del Partido Comunista de Cuba: eran amigos de la infancia.
Ramiro Arango y Alsina fue precoz en su temprana carrera política, pues sin haber cumplido treinta años fue embajador en Suecia representando a la isla caribeña, antes incluso de la etapa del dictador Fulgencio Batista. A su regreso a Cuba tuvo que sentarse en el banquillo acusado de ser el "inductor ideológico" del asalto al cuartel de Moncada en Santiago de Cuba el 26 de julio de 1953 y en el que se detuvo a Fidel Castro, a su hermano Raúl y a otras ciento veinticinco personas en el autentico fogonazo de la revolución. Fidel Castro, como ejecutor del ataque fue condenado a quince años de cárcel; a Ramiro Arango y Alsina le cayeron menos porque su consejo siempre fue contrario al ataque, como reconoció Fidel durante el juicio. Los dos quedaron pronto en libertad por una amnistía. Había nacido el castrismo y Ramiro Arango y Alsina estaba allí.
No deja de ser paradójico que al final Ramiro Arango y Alsina regresase a la cárcel casi medio siglo después, cuando el ex revolucionario se había convertido en un acomodado empresario y cuando sus vínculos más conocidos eran con el exilio radical anticastrista en Miami. Fue detenido en una operación de la agencia antidroga de Estados Unidos (la famosa DEA): "un montaje", según él. El juicio contra Ramiro Arango y Alsina comenzó el 7 de junio de 1993. La representante del ministerio fiscal fue tajante en su explicación de los hechos ante el gran jurado. Y ganó, aunque Arango terminó la vista oral acusando al juez de prevaricación y denunciando públicamente la existencia de un montaje en su contra. La fiscal convenció al tribunal de que, en abril de 1992, Ramiro Arango y Alsina, que en ese momento estaba de viaje en Madrid, había llegado a un acuerdo con un hombre para introducir y distribuir en España 400 kilos de cocaína, que supuestamente se encontraban escondidos en un barco en el puerto de Miami. La policía nunca encontró ni un gramo de cocaína en posesión de Ramiro Arango y Alsina. Según él todo se debió a viejos asuntos pendientes con un agente de la DEA. Entremedias, Ramiro Arango y Alsina viajó por todo el mundo, aprendió ocho idiomas, escribió novelas y hasta cubrió la guerra del Vietnam para medios estadounidenses antes de asentarse temporalmente en Italia como productor de cine, en la época en la que era una condición elogiosa.
Era 1959 y allí convivió un mes con Ava Gardner, cuando también eso era digno de elogio y la genial actriz rodaba "La maja desnuda". La dejó para casarse con la italiana Gabriela, con la que tiene siete hijos. Ella era modelo cuando conoció a Ramiro Arango y Alsina; ahora regenta una elitista tienda de modas en el mejor lugar de Miami. "Me dice que les diga que es inocente", declaraba el 14 de marzo de 2000 su esposa al periódico El País.
Ramiro Arango y Alsina se había casado anteriormente -al principio de los años cincuenta- con una elegante mujer francesa de quien tuvo un único hijo llamado Marco. En 1949, Ramiro Arango y Alsina conoció a Katharine Hepburn en el hotel Jorge V de París y después de una noche con mucho Don Perignon, parece ser que pasaron una semana juntos en el hotel. Era la época en la que Arango estaba en el servicio diplomático en Suecia.
Ramiro Arango y Alsina llevó a Europa los grupos de salsa en los años cincuenta y fue apoderado de los Beatles en una gira por Japón. Parece que también sus relaciones con el famoso grupo inglés se extendieron al viaje que los Beatles hicieron a España en 1965 para dar dos conciertos: uno Madrid y otro en Barcelona. Ha escrito dos libros sobre el 68 y tiene muchas ideas en cartera. Del preso Ramiro Arango y Alsina se dice que es culto y embaucador, diestro en el arte de enredar la verdad con una dosis de fábula. Su condena es por culpa, según él, de una jugada política: dice que fue el Partido Demócrata de Florida el que quiso vengarse de él por su relación y sus amistades en el Partido Republicano.
De momento, su travesía terminó el 17 de marzo de 2000 cuando montó en el avión en dirección a Madrid, donde quedó a disposición de la Audiencia Nacional, que lo envió posteriormente a la prisión de Soto del Real. Un reconocimiento médico y la aplicación de las normas penitenciarias pueden conducirle a la libertad condicional en muy poco tiempo. Y no era tan fácil conseguirlo. Se hicieron por fin realidad siete largos años de lucha para conseguir la extradición, abanderada por el incansable senador socialista Ignacio Díez y la Fundación Españoles en el Mundo, junto con el trabajo de la Embajada española en Washington.
Estados Unidos ha trasladado a España a una docena de presos en cumplimiento de los convenios firmados por ambos países, pero en el caso de Ramiro Arango y Alsina se quejaban de la falta de vinculación del preso con el país en el que nacieron sus padres y de los que heredó la nacionalidad, sin embargo finalmente se ha logrado que el caso Arango haya terminado en suelo español a cambio de que el protagonista se comprometa a no pisar nunca más Estados Unidos.
Débora Arango Pérez
Débora Arango Pérez (1907-2005). Pintora
expresionista
colombiana. Nació en Medellín, en una casa de la Avenida de la Playa, el 11 de noviembre de 1907 y murió en Envigado el 4 de diciembre de 2005, fue la octava de los catorce hijos que tuvieron Castor María Arango Díez y de Elvira Pérez Uribe. Muy niña la llevaron a vivir a Envigado, a la Hacienda Casablanca, donde había nacido su padre en 1870. Por razones de salud, sufrió paludismo, dejó inconclusos los estudios del Colegio de María Auxiliadora. Estudió en el periodo de 1920 a 1960 artes plásticas y pintura en diferentes institutos de Medellín, en la Escuela Nacional de Bellas Artes, Ciudad de México DF y en el Technical College of Reading
de Londres.
Luego se desempeñó como profesora en el Instituto de Bellas Artes de Medellín desde 1933 a 1935 y fue alumna del maestro Eladio Vélez. Entre 1935 y el 1938, estudió con Pedro Nel Gómez, quien terminó por excluirla del grupo. Entre 1946 y 1948 incursionó en el muralismo en la Escuela Nacional de Bellas Artes: hizo un mural en la Compañía de Empaques. En 1946 viajó para estudiar, hasta 1953, en la Escuela de Bellas Artes de México, donde aprendió pintura mural, técnica que no pudo desarrollar en Colombia. De 1953 a 1955 viajó por Europa: Inglaterra, Francia, Escocia y Austria.
En esos años estudió pintura en España, donde el Gobierno de Franco le clausuró en 1955 una exposición al día siguiente de inaugurada. Sólo pintando, sin confrontar, Débora Arango le mostró al país, a principios del siglo pasado, una mujer rebelde que no temía pintar lo que sentía. A lo largo de su vida recibió numerosas condecoraciones y reconocimientos en Colombia por su obra plástica que se caracterizó por su controversia al ser la primera mujer que en su país pintó desnudos en su época además de retratar importantes políticos como animales, lo que le valió la censura de algunas personas.
Soltera, refugiada en la hacienda familiar de Casablanca de Envigado (Colombia), se consagró a una obra alejada del juicio social y del mercado y conformada por numerosos dibujos y acuarelas, óleos y cerámicas, que ha sido objeto de múltiples reconocimientos a partir de 1984. Algunas de sus pinturas más reconocidas son: "Las monjas y el cardenal", "El almuerzo de los pobres", "El Cristo", "Huida del Convento", "La monja intelectual", "En el jardín", "Bailarina en descanso", "Los cargueros", "Los matarifes", "Clavel rojo" y "La Maruchenga".
La pintora donó en 1987 a la región y al país 233 de sus obras por intermedio del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM). Las cuales pueden ser apreciadas y valoradas actualmente en este Museo. Su obra es clasificada como expresión que busca reflejar: Lo Político, Lo Social, Lo Religioso, La Mujer, Lo Urbano, La Lúdica, desde la concepción y sensibilidad de la artista en el documento. Su primera exposición fue en 1939, una Colectiva de Artistas Jóvenes en el Club Unión (Medellín). Cuando a sus treintaidós años Débora Arango presentó en esta exposición sus desnudos femeninos en acuarela, se desató un escándalo de grandes proporciones entre las autoridades religiosas, las damas de la Liga de la Decencia y representantes de la prensa conservadora.
La mayor parte de su obra reposa en los museos de Arte Moderno de Medellín y Bogotá y en el Museo Botero. Segunda piedra de escándalo fue su exposición en el foyer del Teatro Colón, invitada por el ministro de Educación Jorge Eliécer Gaitán en 1940 y la Exposición en el Museo de Zea (hoy Museo de Antioquia). Nueva controversia por su desnudo Adolescencia (1948). Ha trabajado el óleo, la acuarela y la cerámica decorativa. Durante cuarenta años trabajó en silencio. Volvió a la luz en exposiciones organizadas a partir de 1975, en la Biblioteca Pública Piloto. Muy recordada la retrospectiva del Museo de Arte Moderno de Medellín en 1984.
Después de la tempestad viene la calma y las condecoraciones; entre otras, Premio a las Artes y a las Letras de la Gobernación de Antioquia, Medalla al Mérito Porfirio Barba Jacob, de la Alcaldía, Cruz de Boyacá y Maestra Honoris Causa de la Universidad de Antioquia. Una mujer que a los noventa y cuatro años ríe a carcajadas, se interroga y tiene sueños en la mirada es, seguramente, una mujer que ha justificado su paso por este planeta.
De baja estatura y manos pequeñas; rostro sin menjunjes, crucifijo al cuello, cabello corto y tinturado de negro. Gigante en sus pinceles; explosiva en color y gesto, en los personajes de sus cuadros. Producto de un hogar católico. De un colegio de monjas salesianas -María Auxiliadora. De una ciudad que confundía tradición y "godarria". Rebelde -"en lo que pinto, nunca como persona"-. Con manifiesta vocación de libertad, sensibilidad con "denuncia y crítica" y desinterés por las tácticas del merchant de arte.
Por ella se echaron cruces las damas de la Liga de la Decencia y otros ciudadanos. Los desnudos de su exposición de estreno (1939, Club Unión) fueron el primer caballito de esa larga batalla. Tildarían su pintura de "inmunda, sórdida, corruptora, desvergonzada, escabrosa, pornográfica". Trabajaría en el encierro muchos años, para resucitar a comienzos de los años ochenta, con una muestra retrospectiva y reconocimientos públicos, pero sin resentimiento en sus palabras.
Débora Arango Pérez vivió durante muchos años en Casablanca, una vivienda colonial de Envigado, construida hace ciento treinta y cinco años, en donde, "a la sombra" de limonares, mangos, mandarinas, crotos, princesas, azaleas, pinos libro y anturios blancos, cada centímetro cuadrado habla de sus manos creadoras: los óleos y acuarelas en las paredes. Peces, serpientes, mariposas y hongos plasmados en los zócalos. Los acabados de los cuatro sapos de la fuente del patio central y del baúl que fue de Anselma, su nana. La repisas saturadas de detalles. Las cabezas de sus padres moldeadas en barro. Los platos que pueblan el comedor. Las placas de cerámica que, en un nicho de la sala, recuerdan rostros de personajes: Gregorio Gutiérrez, Epifanio Mejía, Fernando González, León de Greiff, Porfirio Barba Jacob, Tomás Carrasquilla, Pedro Nel Gómez... y ella, pintada por Gabriel Posada.
Habitante y habitada por memorias que surgen en la charla: la voz de Pedro Nel Gómez, su maestro -"ya llevan mucho paisajito y florecita; ya les toca pintar la figura humana"-. La rueda que le hacían en casa para oírla cantar -"Borinquen la tierra de las flores, de la luz y del amor... Tenía buena voz; pero no me atraía el baile". Las "pilatunas" de una amiga casada que posaba para sus desnudos, mientras el marido iba a carreras de caballos.
La frustración de no haber jugado tenis: el peso de la raqueta le pudo a las ganas. Los paseos dominicales en tren, Medellín-Envigado, con tabacos hechos a mano y parva (pandequesos y gelatinas), para darle a la abuela. Y un gran amor, Rafael de la Roche, que se le quedó en el alma. Débora, Casablanca, sus memorias y su legado pictórico.
Por sus lienzos desfilan desnudo, tranvía, indigente, prostíbulo, cantina, obrero, miseria, niño hambriento, adolescente, masacre, huelga, alucinada, obispo, Cristo, monja, funcionario público y político (con formas de animales), familia, matarife, parto en la cárcel, primera dama, carguero de semana santa, Rojas Pinilla, Laureano Gómez y Guineo -viejo personaje de la calle-. Que es expresionista y exponente del realismo crítico. Que en su arte se distinguen los períodos académico, emocional, de denuncia social y de sátira política. Que exagera en sus formas caricaturescas. Que sus desnudos son provocadores. Que es la Frida Khalo colombiana.
Eso tiene sin cuidado a esta mujer que cree en la musa que une "visión y pensamiento"; y que considera el desprenderse del qué dirán, requisito para independizarse en el arte. Débora Arango Pérez nunca se negó los años -"pa qué, si uno tiene lo que aparenta"-. No cree en dicha completa. Agradece su vida "sin sobresalto"; está lista "para entregársela a Dios" y, quizá, para un cielo sin excesos -"todo lo que abunda harta"-. Todavía se le iluminan los ojos al recordar un paseo de infancia, a Riosucio, "vestida de hombre", con su hermano Enrique y la novia de él: "Era un vestido caqui, con charreteras y un cuellito volteadito para arriba; de saquito y pantaloncito. Me despedí de mi mamá de beso; me sentí feliz encaramada en la bestia". Y esos pantalones (tipo de atuendo que usa con frecuencia), ese irse a conquistar otros paisajes, esa sensación de libertad, fueron elementos premonitorios del destino de una mujer que nunca ha querido ataduras para sus pinceles ni para sus pasos; que recogió lo que le gustó del camino que le mostraron: "el trato con la gente, las caras que vi, la religiosa que me formó, las costumbres" "Me pegué de mi brocha y me puse a pintar lo que me nacía".
Ella, más que en éxitos, piensa en logros. "Cada cuadro es uno: Abandono, Paternidad, Los limosneros, Desintegración..." En 1996, en Cartagena y después de una pausa de más de diez años, hizo el del remate: El último pecado, un desnudo. En un lienzo de su estudio, al pie de su caja de óleos y de sus guantes de trabajo salpicados de color, quedó un bosquejo de una obra inconclusa (Belisario Betancur sobre los hombros de doña Bertha de Ospina). Y todavía le "provoca pintar todo lo que está pasando". Allí queda Débora. De pantalones rosados y camiseta blanca con dos escudos de condecoraciones (de la Sociedad de Mejoras Públicas y de Envigado) en el cuello tortuga. Débora la que se ha saboreado con la langosta y la Marialuisa. La amiga del jardín, de las azucenas, de las orquídeas. La que heredó de su padre la devoción de San José. A la que una imagen de San Ignacio, en la puerta de su cuarto, vigila. Y merodeando: Roque, el perro, y uno de los gatos, Arcoiris. "Nunca hice nada al escondido de mi misma", insiste, en ese espacio poblado de años y de presencias amigas.
El arte colombiano dice adiós a una de sus grandes figuras. A la 1:22 de la tarde de este domingo (4 de diciembre de 2005) falleció, en su residencia de Casa Blanca, en el municipio de Envigado, la pintora antioqueña Débora Arango Pérez, a los noventa y ocho años de edad, informó su familia. La antioqueña, quien revolucionó el mundo del arte colombiano en 1939 con su desnudo Cantarina de la Rosa, murió víctima de una neumonía.
Débora Arango Pérez fue alumna de los reconocidos pintores Eladio Vélez y Pedro Nel Gómez. La historia dirá que fue la mejor pintora colombiana del siglo XX y que su perfil lo pintan su crítica sin tregua, su autonomía valiente y su talante libertario. La artista de los rasgos originales le aprendió al maestro Eladio Vélez los secretos del dibujo y al maestro Pedro Nel Gómez la vitalidad, el colorido, la dinámica de sus formatos. Muchos críticos dicen que superó a sus dos maestros por la sensibilidad, por los colores y sobre todo porque le imprimió fortaleza a su pincel para que no se dejara guiar por emociones retóricas, prefirió pintar la realidad, desnuda, cruda y descarnada. "Su obra es símbolo de angustias y penalidades, le interesó la vida, mientras las señoras de su época se preocuparon por pintar flores", dice Alberto Sierra, curador de arte.
Su inicio fue tormentoso por la intolerancia de algunos. Por sus desnudos le llovieron críticas, insultos y soledades. Las polémicas crecieron y se propagaron. Algunas posiciones, a favor y en contra de la artista, se radicalizaron. El diario bogotano El Siglo publicó un artículo titulado El expresionismo como síntoma de pereza e inhabilidad en el arte, quizás para contrarrestar la crítica social y la denuncia de la joven pintora antioqueña. Gozó del respaldo de sus padres, no de todos sus hermanos, quienes incluso la censuraron por sus obras en aquella primera época de pintora independiente y temática un tanto alejada de las costumbres morales.
"El arte no es moral ni inmoral. Sencillamente no intercepta ningún postulado ético", respondía Débora Arango Pérez a sus adversarios gratuitos e interesados. Profundamente humanista retrata la condición del hombre y la mujer a merced de las vicisitudes. Abandono, cinismo, angustia, huida, levitación, trata de personas, violencia, muerte, adolescencia, trabajo, retorno, maternidad y silencio, son algunas de las expresiones trazadas magistralmente.
La crítica y la denuncia social rubrican buena parte de su obra desde un inicio. Muchos no le perdonan su actitud polémica e inconforme. Aun recibió anónimos insultantes en 1975 cuando expuso en la Biblioteca Pública Piloto una selección de sus pinturas. Exhibió con coraje sus convicciones artísticas y conceptuales. Pintó sin miedos, sin censuras ni autocensuras. Se expresó con dolor pero sin lágrimas. Débora Arango Pérez nos deja lecciones de autenticidad, coherencia, realismo y compromiso social. Su obra queda como ejemplo de sincretismo pictórico de los maestros Gómez y Vélez y su vida como constancia de inspiración vital, crítica, autónoma y libertaria, más que suficiente para entrar al reino de la inmortalidad.
Benigno Arango Alonso
Benigno Arango Alonso (1883),
abogado y escritor. Nacido en Santianes de Pravia (Asturias) el 24 de marzo de 1883, hijo de don Celestino de ese apellido y de doña Carmen Alonso Díaz, labradores. Cursó las primeras letras en la escuela de su pueblo natal y perfeccionó esos estudios elementales en Pravia. La vocación -nos ha dicho él mismo- tuvo que subordinarse en los primeros momentos a las exigencias de la realidad. Soñaba con ser abogado, pero como carecía de los medios económicos necesarios se resignó a hacer los estudios de Magisterio.
En el año 1902 terminó la carrera de maestro superior. Como, positivamente, carecía de vocación para ejercer la enseñanza, no intentó ni siquiera el ingreso en el Magisterio. Por esas fechas se dedicó al periodismo como redactor del diario El Carbayón, al que prestó servicios hasta que pasó a La Opinión de Asturias en 1906. En diciembre de este año fue nombrado oficial tercero del Gobierno Civil de Oviedo. Este cargo no le impidió continuar las tareas periodísticas, sino que, poco después, las aumentaba con la corresponsalía en esa ciudad de El Noroeste de Gijón.
A la vez dedicaba buena parte del tiempo al estudio, aunque sin asistencia como alumno oficial de ningún centro educativo ni académico. "Como mi vocación de abogado seguía aguijoneándome -continua el mismo-, en mayo de 1908 tuve la audacia de matricularme en todas las asignaturas del Bachillerato. La suerte y la benevolencia de los profesores hicieron el milagro de que en quince días aprobara todas las asignaturas, graduándome de bachiller. En septiembre siguiente aprobé los dos primeros años de la Facultad de Derecho, y al cumplirse el año de esta fecha, es decir, en septiembre de 1909, terminé la carrera de abogado. Meses después me incorporé al Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo".
Por entonces, noviembre de 1909 contrajo matrimonio en Gijón con Luz Villamil Valledor, con la que formó hogar en Oviedo, donde estaban sus medios de vida como empleado del Gobierno Civil, periodista y luego abogado. Las tareas del foro no le desviaron nunca por completo del periodismo. Al constituirse la Asociación de la Prensa local en 1911 figuró como secretario de ella. Su especialidad como abogado fue la de criminalista. "Llevo defendidas -nos ha dicho en 1934- 1.743 causas. Solamente de homicidios y asesinatos intervine como defensor en 376 sumarios, con el siguiente resultado: 352 absoluciones y 24 condenas. Estoy también incorporado al Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Ante el Tribunal Supremo informé, entre otros casos de menor interés, para defender dos recursos de casación interpuestos contra sentencias de la Audiencia de Oviedo, que había condenado como autores de delitos de homicidio a los procesados a la pena de catorce años de reclusión temporal. En uno de los casos el Supremo casó la sentencia absolviendo totalmente al condenado, y en el otro, le rebajó a dos años y cuatro meses de prisión".
Al suprimir la Dictadura del General Primo de Rivera el juicio oral por Jurados, Benigno Arango Alonso se encontró, como abogado, falto del elemento propio para sus actividades en el foro, y llegó poco menos que abandonar la carrera. Pasó entonces a residir en Madrid, donde permaneció unos cinco años dedicado a diferentes ocupaciones, entre ellas la administración de un café y restaurante de su propiedad. Por esta época dedicó también algunas actividades de escritor al género novelesco, con obras tales como Amor y dolor (Madrid, 1924) y Rosa María (Madrid, 1930). Al instaurarse la República volvió a establecerse en Oviedo como abogado y en el desempeño de esta profesión continuaba en 1934.
José de Arango
José de Arango (1881),
periodista, nacido en Salas el 1 de abril de 1881, hijo de modestos labradores, que no pudieron darle más que una deficientísima instrucción, necesitados de su ayuda en el trabajo para poder vivir. En el año de 1897 emigró a la Argentina. Como su pésima preparación para la lucha por la vida solo le consentía ocupaciones muy humildes y mal retribuidas, aprovechó las horas libres de la noche para concurrir a un centro de educación, en Buenos Aires, en el que adquirió alguna ilustración practica, como contabilidad, lengua francesa y otros conocimientos.
Así fue como pudo ascender de posición hasta desempeñar en esa capital un alto empleo al servicio de una Sociedad anónima con casa matriz en París. Hizo varios viajes de ida y vuelta desde Argentina a España, lo que le permitió recorrer algunos países europeos y americanos. En 1914 regresó definitivamente a la patria, se estableció en Salas, donde contrajo matrimonio en abril de 1920 con doña Asunción Rodríguez, maestra nacional, y en Salas residió dedicado a labores agrícolas.
Militante en el socialismo desde antes de "conocer las doctrinas del socialismo de partido", como ha dicho él mismo, porque no necesitó aprenderlas, ya que la vida se las enseñó desde niño con dolorosa experiencia, ha oficiado de periodista sólo por el afán de combatir las injusticias sociales. Sus colaboraciones se han diseminado por algunos periódicos locales y regionales, entre éstos el diario ovetense Avance. Además, de su firma ha usado algunos seudónimos ocasionales y con mayor continuidad el tan común a muchos escritores de Juan del Pueblo.
sábado, 13 de diciembre de 2008
Fermín María Arango y Barcia
Fermín María Arango y Barcia (1874-1962),
nació el 9 de abril de 1874 en Santalla de Oscos procedente de una familia oriunda del Valle de Arango en el concejo de Pravia, que se estableció en el de Santa Eulalia de Oscos a finales del siglo XVI, dedicándose a actividades relacionadas con la industria del hierro,. Su padre Ceferino Rodríguez Arango y Rodil (1845), fue el autor, en 1879, de la reja del presbiterio del templo parroquial y de la puerta del cementerio de aquella villa. Su familia paterna vivía en Cárquiva, casa que aun existe. Su madre era María Pérez Barcia y Lombán Lombardero (1850).
Fermín Arango y Barcia fue hijo natural, primero de nueve hermanos y sus padres se casaron el 21 de marzo de 1877. Desde niño demostró gran inclinación por el arte y sus padres para combatir esta tendencia, que estimaban descarriada, decidieron enviarlo a la Argentina para que se dedicara al comercio. En la Argentina residía un tío por parte de madre establecido en Bragado (o en Chivilcoy), que le adelantó el pago del pasaje en tercera clase a fin de que trabajara en el comercio, empleado por él. Y esta ha sido al principio su dedicación allí; pero la vocación artística tenía muy hondas raíces y fue dejando la ocupación positiva por la problemática, colaborando como dibujante en varias publicaciones.
Se trasladó a Buenos Aires dedicándose allí, ayudado por Esteban Lasárraga, que luego sería director artístico de la Casa Peuser, a su vocación de pintor. Asistió a la entonces recién fundada academia denominada el Estimulo de las Bellas Artes. Empezó a frecuentar los medios periodísticos e intelectuales bonaerenses y a colaborar en publicaciones ilustradas, entre el suplemento del diario La Nación y la revista Caras y Caretas. Atilio Chiappori, redactor de esta última, cuenta, retrospectivamente, que conoció a Fermín Arango y Barcia hacia 1903 ó 1904 en el cuarto que tenía en el Hotel Helder, Emilio Ortiz Grogner, mantenedor de una tertulia a la que concurrían Lasárraga, su introductor, Alberto Gernuchoff, Alfredo López Prieto, Emilio Becher, Benjamín García Torres, Felipe Barrantes de Abascal y, más ocasionalmente, Eugenio Díaz de Romero.
Al principio no tuvo mucho éxito, pero en 1904 se organizó en la galería bonaerense Witcomb una exposición de más de sesenta obras suyas, paisajes en su mayoría. Su estilo, influido por la pintura francesa finisecular que conocía a través de publicaciones y de algunos artistas argentinos que habían estado en París, estaba entonces orientado hacia el simbolismo y el impresionismo. La muestra obtuvo difusión y la revista Caras y Caretas, en la que había colaborado, se hizo eco de ella. La exposición obtuvo un cierto éxito a partir del cual, con la ayuda económica de un aficionado a la pintura apellidado Merediz, pudo trasladarse a Francia. Pensaba pasar por Barcelona y exponer allí sus obras, pero finalmente desembarcó en Marsella en 1905 y de allí se trasladó a París.
En París alquila un taller en Montmartre, que mantuvo durante muchos años. Estaba en el número 35 de la calle Capron. Desde la capital francesa concurrió a Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, de Madrid: a la de 1908, con seis lienzos, retratos y paisajes, y a la de 1912, con un cuadro. En Francia trabajó para L´Ilustration Française durante la guerra de 1914. Fue amigo de Zuluoaga, el cual le hizo un retrato y en París compañero de Hermen Anglada-Camarasa, Pablo Picasso, Juan Gris y Guillume Apollinaire -a quien Fermín Arango consideraba como el verdadero creador del cubismo-.
Ejecutó estampas y reproducciones de cuadros de Zuloaga y Salaverría, y practicó la litografía y el aguafuerte, así como el bodegón y el paisaje. No concurrió a la importante Exposición conmemorativa del Centenario de Buenos Aires en 1910, donde su presencia habría estado totalmente justificada. Por estas fechas debía pasar estrecheces económicas, a juzgar por las referencias de su amigo argentino Atilio Chiappori, redactor de Caras y Caretas, que le visitó en París en 1910.
En 1914, Fermín Arango y Barcia, que seguía viviendo en el número 35 de la calle Capron de París, participó en el homenaje a Darío de Regoyos, fallecido el año anterior, organizado por la Libre Esthétique en Bruselas entre el 7 de marzo y el 8 de abril. Parece ser que en este año (1914), Fermín Arango y Barcia viajó a Asturias y visitó su villa natal, en la que habría pasado un mes con sus padres. Durante la Gran Guerra el pintor, que había aprendido la técnica del grabado, realizó en París varias estampas de carácter bélico y patriótico. El naviero bilbaíno Ramón de la Sota y el doctor Gregorio Marañón le solicitaron, a través de Zuloaga, grabados de los retratos que el artista vasco les había pintado en 1918 y 1919, respectivamente.
Al parecer en 1919, Fermín Arango y Barcia hizo su segundo viaje a Asturias. Fue en ese mismo año, uno de los artistas que participó en la exposición de pintura española en el Palais des Beaux-Arts de París, acaso la primera exposición internacional oficial en la que la sección española le tenía en cuenta. Como resultado del viaje a Asturias hay que considerar el cuadro Porteuse d´eau aux Asturies (Espagne), primer motivo relacionado con su tierra de que se hace mención explícita en los catálogos. Al final de los años veinte del pasado siglo, Fermín Arango y Barcia se debió de desengañar definitivamente acerca del rumbo que había seguido el arte moderno y deja de exponer en el Salon d´Automne, del que había sido nombrado sociétaire. En esa época el pintor mantenía su estudio de Montmatre, pero debía pasar largas temporadas en el campo, cerca de París. Así se desprende de una carta enviada a Zuloaga fechada en París el 3 de septiembre de 1931, en la que señala: "Yo sigo en el campo pasando un verano espantoso a tempestad por día y con lluvia continua".
En esos años continúa viendo a Zuloaga, según muestra otra carta fechada el 18 de julio de 1932, en la que declara haber pasado una grata jornada con él y, sobre todo el célebre retrato que del artista asturiano pintó el vasco, hacia 1934. El 23 de junio de 1938 se casó en la Alcaldía del Distrito 18 de París con Géneviève Yrat Hubert, nacida en Noyon (Oise) el 14 de septiembre de 1886, con la que vivió en el número 29 de la calle Chateaudun. Su esposa recogió en el Consulado español el pasaporte de española en 1944. Por entonces, en la relación de socétaires del Salón publicada en 1941, figura Fermín Arango con domicilio en el número 12 de la calle Forest. En 1946, en cambio, en el número 29 de la calle Châteaudun.
En 1951 el artista expuso algunas obras en la Galería Witcomb de Buenos Aires, dirigida por su amigo Rosendo Martínez, natural de Serandinas (Boal). Al año siguiente (1952) hizo su último viaje a Asturias, para visitar a su hermano menor Evaristo; estuvo dos semanas. Algún tiempo después, según comunicó a su hermano en carta fechada el 25 de julio de 1958, fue nombrado Miembro honorario de la Soberana Orden Imperial de Constantino el Grande. Falleció el artista el 5 de octubre de 1962 en su residencia campestre de Ham, dependiente de la Alcaldía de Cergy-Pontoise, cerca de París en la que pasaba largas temporadas
Jesús Arango Álvarez
Jesús Arango Álvarez (1869-1945), nació en Torazo (Cabranes) en una humilde casería el 8 de mayo de 1869. La modestia con que vivían sus padres, labradores, le impidieron seguir estudios más allá de la instrucción primaria, y ésta, deficientemente. Dotado de inteligencia clara y vocación al estudio, habría podido conquistar posición y brillo con alguna carrera que esas precarias circunstancias le impidieron seguir.
Fue preciso que atendiera con su propio esfuerzo a la formación cultural, que le permitió levantarse de la humilde posición de origen. Así, pudo llegar en la villa de Cabranes, su residencia siempre, a desempeñar los cargos de concejal en 1906 y alcalde en 1909 por la candidatura republicana. En 1934 ejercía el cargo de secretario del Juzgado municipal.
Desde su juventud, la frecuente lectura de composiciones en bable, muy especialmente las del gran poeta Teodoro Cuesta, le fueron aficionando al cultivo de este género de poesía, para lo que poseía favorables aptitudes, que llegaron a dar frutos admirables de gracia y de ironía. Sin embargo, sus producciones poéticas no fueron conocidas del público, reservadas para lectura de amigos, hasta que alguno de éstos fundó la revista El Eco de Cabranes en 1906, de la que fue uno de los principales sostenedores con la frescura de su ingenio, y que dirigió hasta 1914, en que dejó de publicarse.
En esa revista, y después en numerosos periódicos regionales, Jesús Arango ha dado a la publicidad, además de abundantes trabajos en prosa, gran número de poesías en bable, que acreditaron por lo chispeantes o lo sentimentales su seudónimo de Lin de Lon. Don Gervasio Miranda, a quien debemos algunos datos para esta información, nos facilita estos títulos de las mejores poesías publicadas en la citada revista cabranense: Son el pecau los rapaces, Santaloya, Comisteme les cereces y Anxelinos de más, fiyos de menos.
Sobrevivió a la guerra civil y muere el 20 de junio de 1945. Su hijo Aníbal Jesús Arango (1920) fue Secretario Local de la Juventud Socialista Unificada y fue torturado por la checa falangista de Infiesto.
Doroteo Arango Arambula
Doroteo Arango Arambula (1878-1923), más conocido como Pancho Villa. Nació en San Juan del Río (Durango) en 1878 y murió en Parral (Chihuahua) en 1923. Hijo de Agustín Arango y Micaela Quiñones. Huérfano desde la adolescencia, no recibió educación alguna; se dedicó al bandolerismo -al parecer después de matar a un funcionario del gobierno, por violar éste a la hermana de Villa- durante veintidós años (atentados; robos y asaltos a trenes; saqueos y distribución del producto entre los pobres), como una especie de Robín Hood mexicano: el "Amigo de los Pobres" según el escritor norteamericano John Reed.
Influido según parece por la rebelión de los peones de su Estado natal -o bien, por el Gobernador de Chihuahua, Abraham González-, se levantó en armas al entrar Madero en campaña (1910) y se le incorporó en El Paso con sus hombres. Convertido en Capitán, fue con Madero a México Distrito Federal, donde fue nombrado General de los nuevos rurales. Agregado a las tropas de Huerta, al combatir éste la rebelión de Orozco -y siendo Villa comandante de la guarnición de Parral-, derrotó en Rellano al general insurgente. Huerta le hizo juzgar por una corte marcial acusándole de insubordinación: fue condenado a muerte, pero finalmente indultado.
Escapó de prisión (1912), seguramente con la aquiescencia del presidente, y pasó a vivir a El Paso, de donde salió (abril de 1913) para la nueva campaña revolucionaria, tras el asesinato de Madero. En las montañas de San Andrés reclutó a unos 3.000 hombres, con los que arrojó del Estado de Chihuahua en dos meses a todas las guarniciones federales, obligándolas a refugiarse en la capital. Con el apoyo de Maytorena, Gobernador de Sonora, formó la División del Norte (septiembre de 1913), antes de tomar sucesivamente Torreón, en dos encarnizadas batallas: 30 de septiembre de 1913; marzo-abril de 1914, y ocupó Ciudad Juárez (noviembre de 1913).
El ejército de Mercado había tenido que abandonar Chihuahua y, en siete meses y medio de campaña, el Norte de México estaba casi liberado. El Centauro del Norte, tras las batallas de Tierra Blanca y Ojinaga, había entrado en Chihuahua, proclamándose gobernador militar del Estado. Allí dedicó a sus soldados a las tareas productivas, trató de restablecer la circulación comercial y monetaria y fundó, sólo en Chihuahua capital, más de 50 escuelas; además y, sobre todo, confiscó vastas propiedades de los ricos (7 millones de hectáreas, empresas comerciales y residencias ciudadanas), que fueron repartidas a razón de 25 hectáreas a cada ciudadano varón del Estado, y declaradas inalienables durante 10 años.
Unido a Carranza, venció en Paredón a las fuerzas federales (campaña de 1914) y les dio el golpe de gracia en San Pedro de las Colonias. A partir de entonces parecen empezar sus diferencias con Carranza: orden de tomar -mal pertrechado- Saltillo. Sin embargo, tomó Zacatecas (junio de 1914) y decidió la suerte del gobierno huertista, herido de muerte. Definitivamente enemistado con Carranza, a pesar de los intentos de Obregón de solucionar el conflicto, Villa se unió a los zapatistas en la convención de Aguascalientes (octubre de 1914). De las tres fracciones constitucionalistas, la suya era la que poseía menos doctrina y menos coherencia con respecto al futuro de México, en tanto que contaba en sus filas con oportunistas: caso de Felipe Ángeles. Nombrado por González -presidente de la Convención- jefe de operaciones, entró con Zapata en la capital (diciembre de 1914), pero no cuajaron los intentos de aproximación y de fusión de las dos corrientes más directamente ligadas al problema de la tierra y a los deseos de los peones mexicanos. La contraofensiva carranzista -dirigida por Obregón- no se hizo esperar; las derrotas del Bajo (Celaya, dos veces; León y Trinidad: abril-junio de 1915) le obligaron a retirarse hacia el Norte. Tras fracasar en Sonora, dio lugar al caso Santa Isabel en octubre de 1915 (fusilamiento de norteamericanos: Villa trataba de crear problemas entre Wilson y Carranza con el apoyo alemán) y al asalto a Columbus (Estados Unidos) en marzo de 1916, causa de la "expedición punitiva" de Pershing (15 de marzo de 1916). Reducido a la condición de guerrillero, y tras fracasar en el intento de entrar en el plan de Agua Prieta, depuso las armas (Convención de Sabinas, junio de 1920) y se retiró a Durango. A la entrada de Parral, cayó víctima de un atentado de Jesús Salas Barraza, en compañía de Miguel Trujillo. Su tumba fue profanada en 1926 y robado su cráneo, que no ha vuelto a aparecer.
Antonio Arango Valdés
Antonio Arango
Valdés (1837-1859), aunque corrientemente se le considera nacido en Pravia, su nacimiento tuvo lugar en Cudillero, si bien en Pravia transcurrió lo más de su corta vida. Nacido en 1837 y fallecido en 1859. Una existencia efímera como un botón de flor que se marchita. En contradicción al clásico aforismo de alma sana en cuerpo sano, Antonio Arango Valdés estaba dotado de un espíritu fuerte y exquisito, que tenia por envoltura un organismo enfermo. Pasó por la vida como fugaz meteoro de radiante luminosidad, y desaparecidas las generaciones que lo admiraron y aplaudieron, sólo queda un vago y melancólico recuerdo del poeta que fue.
En la monografía Pravia, incluida en el Tomo I de la obra Asturias, dirigida por Octavio Bellmunt y Fermín Canella, dije Juan Bances Conde: "Poeta facilísimo, periodista de mérito, espíritu liberal y joven de grandes alientos, que la muerte, tan respetuosa con los mentecatos, nos arrebató, cuando todos tenían puestas en él fundadas y legitimas esperanzas". Y Fernández San Julián aseguraba, según Evaristo Escalera, que "tenía todas las cualidades del genio menos la energía", y es que la energía más depende de lo físico que lo de lo espiritual, y Antonio Arango Valdés era un enfermo.
Estudió en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Oviedo el equivalente al bachillerato, y en la Jurisprudencia se licenció en Derecho Civil y Canónico. Fue uno de los estudiantes de aptitudes y aprovechamiento más notables de su promoción. Condiscípulo de algunos jóvenes llamados a dejar en las letras asturianas recuerdos perdurables, entre los que figuraba el desgraciado Gonzalo Castañón como amigo entrañable. Con ellos promovió en Oviedo la fundación de publicaciones periódicas donde dar a conocer los frutos del ingenio. Uno de esos periódicos esencialmente literarios fue El Centinela de Asturias, fundado en 1854 y en el que Antonio Arango Valdés hizo sus primeras armas de escritor, a los diecisiete años. Con mayor asiduidad colaboró luego con El Nalón (segunda época), quincenario aparecido ese mismo año.
Aunque iniciaciones, estos trabajos en prosa y en verso, revelaban una inteligencia cultivada servida por una pluma que escribía con depurado gusto literario. Le eran accesibles los más diversos géneros: la poesía, el cuento, la crónica de costumbres, la crítica. En todo demostraba pericia, y así se comprende que desde los primeros escritos trascendiera la esfera estudiantil su reputación a círculos más amplios, en los que se hizo pronto familiar su seudónimo de Simbad el Marino, tomado de Las mil y una noches. Por los años 1857 y 1858, Antonio Arango Valdés se trasladó a Madrid con el doble propósito de concluir allí la carrera de Leyes y dedicarse a la literatura en campo más amplio. En la capital fue protegido literariamente por el también escritor asturiano Evaristo Escalera, quien le facilitó un puesto de colaborador en el diario La Iberia. Pero su delicada salud, minada por la peste blanca, le obligó a renunciar al brillante porvenir que le esperaba en Madrid como jurisconsulto y escritor, para regresar a Pravia pocos meses después de la partida.
Nuevamente en Asturias, no obstante su vida en precario, continuó escribiendo, más en verso que en prosa y con mayor fecundidad que anteriormente, como si temiese que la muerte arruinara sueños e ilusiones antes de que la pluma le diera forma. Porque presentía y hasta deseaba la muerte, como se colige de estos versos suyos:
"Hoy, lamentando mi contraria suerte,
aquel divino ensueño ya perdido,
todo lo miro en torno oscurecido,
y ni anhelo otra calma que la muerte,
ni tengo otra esperanza que el olvido"
Colaboró entonces en los nuevos periódicos literarios, de corta vida todos, aparecidos en Oviedo, tales como La Tradición (1857), Revista de Asturias (primera época, 1858) y El Invierno (1859). Estas últimas colaboraciones de Antonio Arango Valdés afirman a un escritor en posesión de todos los secretos del arte de escribir y como poeta, inspirado y hondo, le proclaman uno de los primeros entre los poetas asturianos del siglo XIX. De sus poesías fueron recogidas las mejores en dos folletos el mismo año de su fallecimiento. Las obras publicadas en volumen fueron Ayes perdidos (Oviedo, 1859, baladas); Suspiros del alma (Oviedo, 1859, poesías). Los trabajos sin formar volumen fueron: El castillo de San Martín (publicado en La Tradición, Oviedo, 1857, números 1 a 8; leyenda); La fuente de Marifalcón, relato corto publicado el 19 de abril de 1857 en el periódico La Tradición de Oviedo; Recuerdos y esperanzas de doña Emilia Mijares del Rey (en la Revista de Asturias, Oviedo, 1858; critica)
Alejandro Arango y Escandón
Alejandro Arango y Escandón (1821-1883), abogado, poeta y traductor mexicano. Nació en Puebla en 1821 y murió en México Distrito Federal en 1883. En 1831 se trasladó a Europa; estudió humanidades en el Real Colegio de Humanidades de Madrid y después continuó sus estudios en París. De regreso en México (1836) se graduó en Derecho (1844) y fue profesor de la Universidad, segundo director de la Academia Mexicana de la Lengua y figura destacada del partido conservador. Compuso poemas, en su mayor parte de inspiración religiosa. Destacó en la política municipal y en la magistratura de justicia. Formó parte del Consejo de Estado del Imperio de Agustín de Iturbide e ingresó en la Academia de Letrán. Dirigió la Academia Mexicana de la Lengua desde 1877 hasta 1883. Perteneció a la Arcadia Mexicana, una sociedad similar a la Academia fundada en Italia por Cristina de Suecia, en la que sus miembros adoptaban nombres de pastores griegos y se denominaban árcades romanos. Debido a su formación clásica fomentó el estudio de las lenguas muertas y orientales. Tradujo El Cid de Corneille y La Conjuración de los Pazzi de Alfieri; escribió el Estudio sobre Fray Luis de León (1856) y los poemas A Germánico, Rosaura y Pajecillo (1879). Colaboró en la publicación de una gramática griega y de Gramática Hebrea (1867). Prologó el Oficio Parvo de la Virgen María (1870), que se publicó en ocho idiomas.
Luis Antonio Arango
Luis Antonio Arango (1780), sacerdote y catedrático de Matemáticas de la Universidad de Oviedo a comienzos del siglo XIX. Muy renombrado por su autoridad en materias científicas. Fue redactor del periódico oficial impreso en Castropol en 1810 con el titulo de Correo Militar y Político de Asturias. Los doctores y estudiantes que se vieron en la necesidad de abandonar Asturias en 1811 ante el avance de las tropas francesas, le nombraron Rector de la Universidad de Oviedo, pero no llegó a ejercer este cargo. Figuró como vocal de la Junta de Observación y Defensa del Principado (1811-1813), reunida con arreglo a normas dictadas por las Cortes de Cádiz. Aunque sacerdote, era hombre de ideas liberales, lo que le costó persecuciones de la reacción.
Francisco de Arango
Francisco de Arango (1750), probablemente natural de Pravia. Vivió en el siglo XVIII. Doctor en Teología, del que solo se conoce como actividad de escritor el trabajo titulado Carta apologética en favor del anual milagro de las flores que se parecen el día de San Luis, obispo de Tolosa, a 19 de agosto en el Principado de Asturias, en su capilla, llamada vulgarmente de San Luis del Monte, que es una impugnación al Padre Jerónimo Feijóo, acerca de un milagro que se producía en la ermita de San Luis del Monte, a una legua de Corias (Cangas del Narcea), milagro que consistía en que el día 19 de agosto, festivo allí, brotaban unas florecillas maravillosas. Lo propagaron los frailes franciscanos. Francisco M. de Arvas, en la monografía Cangas de Tineo, incluida en el tomo II de la obra de Asturias, que dirigieron Belmunt y Canella y Secades. Dice a este respecto lo siguiente: "El célebre P. Feijóo impugnó valientemente aquella preocupación, que descansó en su tiempo en información sometida al guardián de Tineo y párroco de Gedrez, con aprobación del asturiano obispo Abello Castrillón. Se procuraron por la autoridad del sapientísimo benedictino nuevas investigaciones, que desengañaron al prelado, al clero y a los fieles, demostrando que las llamadas flores, objeto de tanto pasmo y devoción, no eran en realidad vegetales, sino huevos de menudísimas orugas, desapareciendo, por tanto, la vieja y supersticiosa creencia, aunque no sin molestias y persecuciones para el insigne catedrático ovetense.
Alonso Arango y Sierra
Alonso Arango y Sierra (1760-1827),
militar y escritor, muy entendido en asuntos agrarios y forestales, cultivador también de la literatura amena, que nació en Cudillero ya mediado el siglo XVIII, hijo de don Bernardino Arango (1730) y doña Teresa Ángela Sierra (1735), de esos respectivos apellidos. Nada sabemos de la infancia y muy poco de la juventud de esta personalidad. Siguió la carrera de armas y tomó parte en algunos sucesos de guerra. Como Capitán de Cazadores del Regimiento Provincial de Oviedo, participó en 1782 en el largo sitio de cerca de cuatro años (1779-1783) puesto por los españoles a la plaza de Gibraltar. Retirado de la Milicia, se avecindó en Avilés, donde estuvo por espacio de algunos años dedicado al estudio de problemas vitales para la prosperidad de la región y también al cultivo de las letras.
Por su autoridad en materias agro-forestales, la Sociedad Económica de Amigos del País de Oviedo, le acogió en su seno y en ella desarrolló inteligentes modernas orientaciones que le dieron celebridad. En la junta general celebrada en noviembre de 1787 leyó una Memoria
acerca del problema forestal en Asturias, sus deficiencias y sus remedios, que movió un año después a esa entidad a recurrir al Rey en demanda de la atención oficial para este asunto. El Gobierno dispuso en octubre de 1790 que la Sociedad Económica fuese en lo sucesivo la asesora en esa materia de los representantes del Estado, facultades que dicha Sociedad delegó en Alonso Arango y Sierra.
Con este motivo, y aprovechando un concurso abierto por la Sociedad Económica de Madrid, escribió la Memoria que figura en el tercer lugar de sus manuscritos, y que mereció el premio entre dieciocho trabajos presentados a él. Consistía el galardón en la entrega de 1.500 reales, a la que él renunció en favor de la misma Sociedad Económica, por lo que ésta le otorgó entonces el titulo de socio de mérito. Redactó sobre estos problemas otros varios trabajos, inéditos casi todos, entre ellos uno muy celebrado acerca del establecimiento en Asturias de molinos de papel.
También desarrolló actividades puramente literarias, de lo que archiva dos muestras el Memorial Literario. Ensayó el drama y la novela. La Academia de la Lengua le premió un Elogio de Felipe V. También hizo algunas traducciones del francés, que han quedado inéditas, como la mayor parte de su propia obra, y figuran entre ellas La ley natural, de Rousseau; Anécdotas sobre la vida de Mauricio, conde de Sajonia y Elogio de Luis, delfín de Francia.
Al estallar la Guerra de la Independencia contra la invasión napoleónica en 1808, Alonso Arango y Sierra volvió a sus abandonadas actividades militares y prestó a la causa brillantes servicios con la espada y la pluma. Él fue el autor, con las iníciales A. A. S., de la encendida Proclama a los habitantes de Asturias, que contribuyó al enardecimiento patriótico de los asturianos. En esas nuevas campañas militares le fue conferido el grado de Brigadier. Concluida esa gesta patriótica, volvió a su residencia de Avilés, que fue la suya habitual, y a sus ocupaciones intelectuales, viendo y soportando de mala gana, por sus opiniones liberales, los abusos y atropellos cometidos por la reacción absolutista de Fernando VII.
Ocupaba en la Sociedad Económica de Oviedo los cargos de Vicedirector y Presidente cuando volvió a instaurarse el régimen constitucional en 1820, a consecuencia del alzamiento de Riego en Las Cabezas de San Juan el 1 de enero, y esto le dio nuevos alientos para la lucha. Con este motivo pronunció en la junta celebrada en esa Sociedad el 1 de abril un discurso sobre la necesidad de jurar la Constitución.
Vuelto nuevamente el absolutismo en 1823 parece que se retira de toda actividad, dolorido y decepcionado, no conservando ni el cargo de Regidor perpetuo del Concejo de Pravia, que tuvo siempre. Falleció en Avilés en 1827 y no en 1859, como asegura Fermín Canella y Secades en Historia de la Universidad.
Sus obras publicadas en volumen son las siguientes: Contestación al interrogatorio que sobre montes dirigió a la Sociedad Económica de Oviedo el Capitán de Navío de la Real Armada e Ingeniero en jefe de Marina don Joaquín Lacroix y Vidal (Oviedo, 1806, opúsculo); Proclama dirigida a los habitantes de Asturias (Oviedo, folio 26 de 1808, firmada con las iníciales A. A. S.); Oración pronunciada el primero de abril de 1820 en la junta celebrada por la Sociedad Constitucional de Amigos del País de este Principado de Asturias con objeto de jurar la Constitución de la monarquía española (Oviedo, 1820, opúsculo de hojas en cuarto).
Los trabajos sin formar volumen son los siguientes: Silva encomiástica que la junta general de la Sociedad Económica de Asturias del día... de noviembre de 1788 dijo el don... (En el Memorial Literario de Madrid); Triunfo del mérito, ídem; drama representado en la Universidad de Oviedo en las fiestas para celebrar la elevación del Conde de Campomanes al Superior del Consejo de Castilla el 1 de febrero de 1790, con música de Luis Blanco). Entre las obras inéditas figuran: Discurso sobre las causas de decadencia y deterioro de los montes y plantíos y el motivo de quedar sin efecto lo dispuesto en varias órdenes acerca del arbolado en Asturias (MS, en la Sociedad Económica de Amigos del País de Oviedo); Memoria sobre los perjuicios que siguen al Estado y al Principado de Asturias en particular, de los plantíos de arboles se ejecuten del modo que se practican (MS, en la Sociedad Económica de Amigos del País de Oviedo); Memoria sobre los obstáculos que se oponen a la propagación de los montes y plantíos y de los remedios para atajar dichos obstáculos (MS, en la Sociedad Económica de Madrid, premiado por esa entidad, según Gaceta de 4 de mayo de 1792); Elogio a Felipe V (MS, en la Academia de la Lengua; trabajo por esa Corporación); La fuerza de la amistad (MS, novela); Discurso que hace un padre a su hija sobre la elección de marido (MS).
Mariano de Arango y Parreño
Mariano de Arango y Parreño (1765),
otro de los hijos de Miguel Ciriaco de Arango y Meirelles, nació en La Habana a mediados del siglo XVIII. Dedicado a la carrera de las letras, las cultivó con notable aprovechamiento, alcanzando por ello merecido renombre. Como presbítero no se distinguió menos por su caridad evangélica y por su abnegación sin límites en todo lo que tocaba a su persona. Selló su extraordinario desprendimiento con la fundación de la benéfica institución de la Casa de Maternidad de La Habana, que tan abundantes resultados ha producido, llegando a ser en aquellos países el modelo de los establecimientos de este género.
Francisco Arango y Parreño
Francisco Arango y Parreño (1765-1837), político y economista cubano. Nació en La Habana el 22 de mayo de 1765 y murió en la misma ciudad en 1837. Era hijo Miguel Ciriaco de Arango y Meirelles. Nace en el seno de una familia acomodada en la incipiente burguesía criolla de aquellos momentos. Sus primeros estudios en Humanidades los cursó en el Real Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio, institución que desde 1773 y dada las características del claustro de profesores, fue crisol y forja de lo mejor del pensamiento filosófico y social de la época. En el año 1781 ingresó en la Facultad de Leyes de la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de la Habana, en la que se graduó de Bachiller en Derecho Civil en 1786.
Siendo muy joven comenzó a destacarse en la oratoria y la jurisprudencia, gracias a lo cual pudo desempeñar una buena labor en la cátedra de Derecho Real de Prima en la Universidad. En 1787 viajo a España para cursar estudios universitarios en la Real Academia de Derecho Patrio y Común, de Madrid, llegando a alcanzar méritos como el de alumno aventajado en Derecho Natural de Gentes en la Real Casa de Estudios de San Isidro. Parece ser que concluyó el doctorado en Derecho en la Academia de Jurisprudencia de Santa Bárbara en España. Después de lograr obtener el título de abogado en 1789, realizó una serie de viajes por Europa y el Caribe para estudiar todo el sistema económico y su posible aplicación en Cuba.
Fue uno de los promotores de la Sociedad Económica de Amigos del País (1791), también conocida como Sociedad Patriótica y del Real Consulado de de Agricultura, Industria y Comercio de La Habana. Una vez de vuelta en San Cristóbal de La Habana, desempeñó importantes cargos en la vida política de esta urbe dentro de los cuales se destaca su ingreso en la Sociedad Patriótica de la Habana, de la que llegó a ser nombrado director (1797-1798) y socio de honor. Es notorio, si se tiene en cuenta su ascendencia social y el contexto histórico en que transcurrió su vida, su "Discurso sobre la Agricultura en La Habana y medios de fomentarla", escrito en 1792, solo dos años después de haber salido el primer número del Papel Periódico de La Havana, publicación de la que fue uno de sus más prolíficos colaboradores.
En ese discurso, Francisco Arango y Parreño defiende vehementemente ante la Corona española la importancia del cuidado y mejoramiento del cultivo de la tierra en Cuba; así como la necesidad de que se aplicaran métodos agrícolas que ya habían demostrado éxito en otros países. Por esta razón, emprende un viaje oficial de once meses por Europa. A su regreso, no solo reseñó teóricamente sus experiencias, también introdujo en el país una nueva variedad de caña de azúcar. En 1805 fue nombrado asesor de la Factoría del Tabaco. Más tarde, en su Informe sobre los malos remedios que en la Isla de Cuba tiene el ramo del tabaco, criticaría al monopolio que ejercía presión para el estanco del tabaco.
Sobre los medios que convenga adoptar para sacar a la Agricultura y el Comercio del apuro en que se hallan es un alegato para la libertad de comercio, tendencia y experiencia que tras la toma de La Habana por los ingleses, en 1762, se había ido fortaleciendo en el pensamiento de los criollos. Posteriormente en 1811 se le otorgó el cargo de Ministro del Supremo Consejo de Indias. Durante la Guerra de la Independencia española tomó partido por los constitucionalistas y representó a Cuba en las Cortes de Cádiz de 1812, siendo elegido Diputado a Cortes y trasladándose a España.
Fue nombrado por Fernando VII miembro del restablecido Consejo de Indias (1816) y fue nombrado miembro de la Junta Real para la Pacificación de las Américas. Regresó a Cuba en 1818 y desempeñó los cargos de Consejero de Estado (1820) y de Superintendente de Hacienda (1824), pudiendo disfrutar de la libertad de comercio decretada en 1819, la cual derogaba el monopolio sobre el tabaco. Fue nombrado Caballero Pensionista de la Orden de Carlos III, en la que ingresó el 29 de abril de 1818.
Era un personaje respetado por el Gobierno español, lo que le permitió obtener ciertas ventajas en favor de la liberalización de la economía cubana. Es autor de diferentes obras: Máximas económico-políticas sobre el comercio colonial (1816) e Informe al Rey sobre la condición de los esclavos de Cuba y la urgente necesidad de supresión del tráfico (1828), donde rectificaba sus ideas anteriores, favorables a la introducción de esclavos negros. Entre otros gestos altruistas y de reconocimiento a la necesidad de instrucción en Cuba, donó sus estantes y libros a la Biblioteca Pública de La Habana.
También brindó grandes aportes en la elaboración del plan de estudios que regiría en las escuelas de la Isla y desempeñó una gran labor en el movimiento reformista de principios del siglo XIX en Cuba. En 1834 fue distinguido con el título de Prócer del Reino. Muere en La Habana el 21 de marzo de 1837. En su fecunda vida intelectual sobresale su pensamiento educativo agrario y económico.
Un rama cubana de los Arango
Pedro de Arango y Moncoy (1680),
natural de Sangüesa (Navarra), era hijo de Don Domingo Arango (1650), capitán de los reinos de Flandes que se casó con doña Isabel Moncoy (1655), señora también de noble sangre. Pedro de Arango y Moncoy pasó a La Habana en el siglo XVII, como Contador Mayor de su Tribunal de Cuentas. En La Habana se casó con Josefa Loza Aparicio (1685), natural de dicha capital y fueron padres de José Francisco de Arango y Loza (1705), natural de La Habana, que contrajo matrimonio con doña Antonia de Meyreles (1710), natural también de la misma ciudad e hija de Martín de Meyreles (1685), natural de San Martín de Lagoteres y de doña Sebastiana Bravo de Acuña (1690), natural de La Habana. De esta unión nacieron tres hijos varones, el segundo de los cuales, Miguel Ciriaco de Arango y Meirelles (1740), natural de La Habana, casó con doña Juliana Parreño Espinosa (1745), natural de la misma ciudad e hija de Julián Parreño Montalvo (1705), natural de Cádiz, y de doña Catalina Espinosa y Montesén (1710), natural de La Habana. Hijo de este matrimonio fue Francisco Arango y Parreño (1765-1837), ilustre político y economista cubano.
Otro de los hijos de José Francisco de Arango y Loza fue Atanasio de Arango y Meirelles (1740), que dedicado a la carrera militar, hizo en ella rápidos y brillantes progresos. Entró a servir en el regimiento fijo de La Habana y asistió a la defensa de esta plaza cuando la tomaron los ingleses en 1782. Su hijo primogénito, José Arango Núñez del Castillo (1780), siguió la carrera de Hacienda, llegando a ser tesorero de La Habana. A su fallecimiento hizo su elogio la Sociedad patriótica, enumerando sus méritos y servicios que tanto en rentas como en letras, que siempre cultivó con particular exceso, fueron bastante recomendables.
El hijo de José Arango Núñez del Castillo (1780), Felipe de Arango y Manzano, nacido el 26 de mayo de 1812 en la ciudad de Matanzas, Isla de Cuba, vino a estudiar a España y hallándose en Madrid en 1833, cuando estalló en Navarra la guerra civil carlista, pidió y obtuvo del Rey la gracia de trasladarse al ejercito de operaciones en clase de voluntario sin sueldo ni gratificación alguna. Obtuvo el empleo de capitán y dos cruces de San Fernando de primera clase, la de Caballero de Isabel la Católica, la de Grá y varias menciones honoríficas y certificaciones a cual más brillante. En 1839 abandonó la carrera militar como consecuencia de una enfermedad contraída durante la guerra y regresa a Cuba, donde desempeña diversos cargos públicos hasta su jubilación con el grado de coronel.
El segundo hijo de Atanasio de Arango y Meirelles (1740), Atanasio de Arango y Núñez del Castillo (1785) también se dedicó a la carrera militar en el cuerpo de ingenieros. Sus tres hijos siguieron asimismo la carrera militar.
Andrés Arango y Núñez del Castillo (1786),
tercer hijo de Anastasio de Arango y Mierelles, nació en La Habana como todos los individuos de la familia, y sintiéndose con decidida inclinación hacia la carrera militar, como todos sus hermanos, ingresó de cadete en el Regimiento de Infantería de Granada, donde se trasladó al Cuerpo de Ingenieros. En su academia hizo los estudios preparatorios con recomendables notas y apenas los había terminado cuando comenzada la guerra de la Independencia, marchó a campaña en defensa de los derechos de su legítimo monarca. Se batió con los franceses hasta el mismo año 1814, encontrándose en todas las jornadas más notables que a la sazón ocurrieron, distinguiéndose en muchas de ellas y cubriendo en todas su puesto a satisfacción de sus jefes. Terminada aquella guerra abandonó la milicia y fue nombrado oficial de la Secretaria del Ministerio de Indias, de nueva creación entonces y a su extinción, acaecida poco después, pasó en la misma clase a la Secretaria de la Guerra, donde continuó por largos años sus servicios, habiendo sido también secretario del Consejo Real. Parece ser que Andrés Arango y Núñez del Castillo ejerció otros empleos de la misma o igual consideración, pero basta con los anteriores para formarse una idea aproximada de su mérito y de que en nada desmereció, antes bien rivalizó con los restantes individuos de su familia en las funciones que realzan al hombre público.
Rafael Arango y Núñez del Castillo (1788-1850), cuarto hijo de Atanasio de Arango y Meirelles (1740), nació en la ciudad de La Habana en 1788, dedicado a la carrera militar, a la que pertenecía su padre y otros muchos individuos de su familia, vino a la Península ingresando de cadete al mismo tiempo que su hermano Andrés Arango y Núñez del Castillo (1786) en el Regimiento de Infantería de Granada, y en compañía suya se dedicó desde muy temprana edad al estudio de las ciencias exactas en la Academia Militar del Cuerpo, establecida en la ciudad de Zamora. Ya era subteniente cuando se trasladó a Segovia al Colegio de Artillería en 1804 y donde asistió a las asignaturas y sufrió los exámenes correspondientes a Teniente de aquel Real cuerpo. En 1807, Rafael Arango y Núñez del Castillo se embarcó con destino a Cuba y durante la travesía fue detenido su buque por un crucero inglés, con cuya potencia se hallaba en guerra la nuestra, fue hecho prisionero y conducido a Inglaterra. A este infausto acontecimiento se debe el que su nombre figure en una de las páginas más gloriosas de nuestra historia contemporánea. Canjeado al poco de su llegada al Reino Unido, fue remitido a La Coruña donde residía a principios de 1808. Con motivo de ver y saludar a uno de sus hermanos, José Arango y Núñez del Castillo (1780), Intendente honorario del ejército que residía en Madrid, la suerte le condujo a la capital de la corte. Las tropas francesas habían invadido ya toda la Península y su capital oprimida por las águilas imperiales, buscaba una ocasión para escaparse de sus garras. Rafael Arango y Núñez del Castillo no desoyó la voz de la madre patria y ardiendo en entusiasmo su corazón, acepto el nombramiento de ayudante de su cuerpo que expidió a su favor el Comandante de artillería de la plaza, Don José Navarro Falcón. Contaba a la sazón veinte años nuestro protagonista y con tan corta edad su entusiasmo y decisión le proporcionaron la honra de ser uno de los héroes del Dos de Mayo, de cuyo día y principales sucesos que en él se verificaron, ya en avanzada edad ha hecho la más exacta y verídica relación que poseemos, uniendo el de cronista al mérito de combatiente en tan gloriosa jornada. Después Rafael Arango y Núñez del Castillo participó a las órdenes del General Castaños en la famosa batalla de Bailén y en el resto de la Guerra de la Independencia. Cuando la paz vino a dar un momento de descanso al agostado suelo de nuestra patria, Rafael Arango y Núñez del Castillo tenía el empleo de Capitán y graduación de Teniente Coronel, pero su salud se hallaba en peor estado a consecuencia de la fatigosa existencia que había llevado por espacio de seis años. Rafael Arango y Núñez del Castillo continuó, sin embargo, en el arma de artillería, la que no abandonó hasta 1820 en que fue nombrado teniente coronel efectivo de caballería con destino en Guatemala, a cuyo país no pudo llegar, no obstante haberlo intentado, porque se lo impidieron los sucesos políticos de aquella región cada vez más complicados, hasta el extremo de haberse ya por esta razón emancipado de la madre patria. Completamente deteriorada su salud por esta época, pidió y obtuvo su retiro para el país donde había nacido. Definitivamente establecido en Cuba, se dedicó al cultivo de la agricultura en una hacienda que había heredado de sus padres. En estas faenas y con los placeres que le proporcionaban sus relaciones con los individuos de su familia, pasó el resto de sus días hasta el 6 de noviembre de 1850 en que falleció en La Habana, siendo ya Coronel de Caballería este veterano ilustre, uno de los héroes del Dos de Mayo, en cuyo pecho, además de la Cruz de San Fernando, se ostentaban las principales concedidas por la Guerra de la Independencia a ilustres defensores de su patria.